¿Que tiene de especial Pirque en el turismo del vino?
El vino ha sido, desde tiempos antiguos, un producto valorado por las personas, las cuales, sintiéndose atraídas por su cultura e historia, han mantenido viva esta actividad a través de los siglos.
Si bien los viticultores han sabido evolucionar y adaptarse a los cambios – por ejemplo, en las formas de cultivo, vinificación, crianza, promoción y comercialización de sus productos- no ha sido, sino durante el siglo recién pasado, que se han ocupado de buscar nuevas oportunidades de dar a conocer sus vinos y atraer nuevos clientes, con la posibilidad actual de hacerlo en todo el mundo.
En este sentido, surge el interés de combinar la tradición y valores que involucran la elaboración del vino con la entrega de una experiencia para el visitante, el cual ha mostrado una creciente atención por entender los procesos en la elaboración del vino, en el mismo lugar donde ocurre la producción, dando paso al nacimiento de la idea del turismo del vino, turismo enológico o simplemente, “enoturismo”.
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Viajar a regiones vitivinícolas, práctica cada vez más común
Este tipo de turismo cultural se complementa con múltiples actividades e industrias similares, tales como la gastronomía, la visita a destinos de naturaleza y aventura, el turismo de experiencias urbanas, la visita a hoteles temáticos y la búsqueda por nuevos destinos culturales, singulares y auténticos. El viajar a regiones vitivinícolas es una práctica cada vez más común, en los cinco continentes, y Chile no es la excepción. El visitante que ama el vino, que procura descubrir sus secretos y entender los misterios que subyacen en la tradición vitivinícola, viaja para conocer una zona vitivinícola a través de la degustación de sus vinos, para recorrer los paisajes, viñedos y bodegas, descubriendo un mundo de aromas y sabores, propios de aquel terruño y de su gente.
Aun cuando existen diferentes definiciones dentro de la literatura científica, puede considerarse que el Turismo del Vino, en síntesis, comprende el conjunto de las actividades turísticas y recreativas llevadas a la práctica en un territorio determinado relacionadas con la cultura del vino y las características particulares de un destino vitivinícola, tales como su historia, identidad y patrimonio.
El turismo del vino, en su contexto más general, representa una oportunidad para potenciar la denominada imagen-país, por su efecto comunicacional a nivel internacional, generando una conexión emocional entre los consumidores de vino y su país de origen. Sobre esto último, Chile ha hecho grandes esfuerzos, durante los últimos treinta años, para posicionar internacionalmente su imagen como o país productor de vinos, logrando con éxito ingresar al selecto club de los países reconocidos, internacionalmente, como productores de vinos de calidad. Considerado como un modelo de desarrollo sostenible según la OMT, debido a su capacidad para crear empleo y generar riqueza en las áreas rurales, tiene, asimismo, la capacidad de aumentar y mejorar la producción.
Panorama actual del vino
No obstante, aunque Chile cuenta con una importante potencialidad para el desarrollo del enoturismo, todavía son pocas las regiones -como, asimismo, las bodegas y empresas hosteleras (hoteles, restaurantes y agencias de turismo)- que ofrecen productos turísticos vinculados al vino: sólo una de cada cuatro bodegas de vinos lleva a la práctica el turismo de manera regular en el país, con una oferta tematizada y organizada, aún incipiente y localizada en un 90% en la región central del país.
¿Qué tiene de especial Chile?
Cabe preguntarse: ¿Qué tiene de especial Chile en el contexto mundial de los destinos vitivinícolas? Queda de manifiesto que el país dispone de un gran potencial para desarrollar un enoturismo sostenible, con innovaciones centradas en el rescate y puesta en valor de atributos como la historia y el patrimonio vitivinícola centenario, la diversidad geográfica, la viticultura orgánica y riqueza genética pre-filoxérica de los viñedos, el paisaje cultural y, finalmente, la gran calidad de sus vinos, basados en aquella larga tradición enológica.
Para aprovechar estas oportunidades el sector necesita mejorar la comunicación (a nivel nacional e internacional), la consolidación de una cadena de valor enoturística y la mayor comprensión de la propia naturaleza del rubro por parte de los viticultores, las empresas y el propio Estado, a través de alianzas estratégicas, tanto para el desarrollo de la oferta, como así también, de la demanda.
Agradecimientos: TodoPirque
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